viernes, 21 de marzo de 2008

Tres patas pa un banco

Parecen personajes de un guiñol callejero: estereotipos evidentes. La chica, el negro y el soldado (o peor aún excombatiente de Vietnam, como el coronel Trautman de Rambo). Si se hubiesen buscado a propósito no se hubiesen encontrado mejores actores. Otra cosa es el guión de la obra, que es pesado con avaricia.

En una película de la saga de aterriza como puedas contestaba Leslie Nielsen a la sugerencia de presentarse a las elecciones para presidente, "si hombre, ¿y perder mis influencias en Washington? ¡ni hablar!". Mira que es una bobada, pero se me quedó grabado como una muestra de sabiduría preclara, muy bien expresada además. Esa sabiduría relativiza el resultado final (gane quien gane, perderá influencia en la capital) y permite relajarse y disfrutar del vodevil. Sin el dramatismo de pensar que se juega el puesto más poderoso de la tierra y que el destino del planeta depende de la elección. Si tuviese que votar directamente seguramente no estaría tan relajado, y lo vería con la angustia del ZapaJoy de hace unos días. Pero no es el caso esta vez.

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