viernes, 9 de abril de 2010

El otro lado del espejo reloj

Tic, en la silla esta sentado, tac, al sol de la terraza, tic, picor en la espalda, tac, estirando la pierna, tic, en pie, tic, andando, tic ¿dónde? Tac, tic, tac, en la caseta se esconde.

Pegado al seto intenta no asomar su cabeza a la ventana desde la que se observa en la cocina. No estaría bien que te viesen al otro lado del espejo de Alicia cuando en realidad eres uno de esos capaces de cambiar de lado. Si, claro que es incómodo lanzarse por el ojo de buey, pero una vez que has estado al otro lado ya no eres de ninguno en particular, te conviertes en un emigrante permanente.

Eso si, casi a la una y veinticinco hay que ir pensando en un rico aperitivo.

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