
No es resaca, es puro sueño. Van unos cuantos días de dormir poco y hoy, tras la ducha, noto como si la cabeza estuviera más hueca que de costumbre. Por muchas estrellas que tenga el hotel y muchos almohadones la cama, nunca se duerme igual, especialmente la primera noche. Esta vez no tendré ocasión de acostumbrarme, esta tarde nos vamos ya. No me duele nada, pero es como si me pesaran los brazos más que de costumbre. Me tira en los hombros la americana, tengo que perder peso. Salgo de la habitación camino del desayuno, y al girar para buscar el ascensor el sol me golpea a través de una enorme vidriera con forma de ojo. Ya no me volveré a acordar del sueño hasta la siguiente noche.
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