Es fácil ver que tras un 2008 con una cierta actividad, el 2009 desapareció de aquí. Ahora empieza suavemante un año más. A la vez empezó otro blog perfectamente identificado, con nombre y apellidos, y ese no ha tenido más que unas breves vacaciones en estos 3 años, aumentando siempre el número de lectores. Está claro que la identidad digital es un problema que no tenemos resuelto, es demasiado nuevo.
En la medida en que uno crea una identidad digital paralela a su identidad física no hay demasiado problema, ambas se gestionan igual. En el mundo digital podrás decir y mostrar lo mismo que físicamente en un lugar público. Otra cosa es que eso sea interesante o no, será tan interesante como tu personalidad pública, que en muchos casos es escasa. Entonces uno piensa que tiene un mundo interior lleno de matices y sensibilidad. Un mundo inexplotado porque la timidez y el pudor obligan a mantenerlo oculto de miradas indiscretas. Ahí surge la "gran idea", me preparo una identidad digital anónima, desvinculada de la persona física que la sostiene, y por ese camino daré rienda suelta a esa faceta tan interesante de mi personalidad que no quiero que conozcan mis vecinos, compañeros de trabajo o algunos enemigos que a saber que harían con mis poesias de adolescencia.
Al final tampoco funciona. Si consigues mantener oculta de verdad tu identidad, no termina de tener gracia el comunicarse con desconocidos (que además son muy, muy pocos). En el caso contrario no consigues mantener oculta tu identidad secreta y te encuentras en más de una situación incómoda. Hay un pequeño lapso de tiempo entre que algunos empiezan a reconocerte y que llegas a encuentros insostenibles que es es muy divertido; pero inevitablemente efímero.
Estos días ha cerrado su blog a quien no tenga invitación un amigo que empezó anónimo, comenzó a tontear con su identidad real y la acabó cagando. Y yo aquí estoy en esa especie de limbo intermedio en el que sólo le escondo mi identidad a google y a quien no me conoce de antes. Ahora, que como no le digo a nadie que estoy aquí ... es como cuando de joven escribías esos ripios horrorosos, que iban al cajón para no motivar más que al moho.
En la medida en que uno crea una identidad digital paralela a su identidad física no hay demasiado problema, ambas se gestionan igual. En el mundo digital podrás decir y mostrar lo mismo que físicamente en un lugar público. Otra cosa es que eso sea interesante o no, será tan interesante como tu personalidad pública, que en muchos casos es escasa. Entonces uno piensa que tiene un mundo interior lleno de matices y sensibilidad. Un mundo inexplotado porque la timidez y el pudor obligan a mantenerlo oculto de miradas indiscretas. Ahí surge la "gran idea", me preparo una identidad digital anónima, desvinculada de la persona física que la sostiene, y por ese camino daré rienda suelta a esa faceta tan interesante de mi personalidad que no quiero que conozcan mis vecinos, compañeros de trabajo o algunos enemigos que a saber que harían con mis poesias de adolescencia.
Al final tampoco funciona. Si consigues mantener oculta de verdad tu identidad, no termina de tener gracia el comunicarse con desconocidos (que además son muy, muy pocos). En el caso contrario no consigues mantener oculta tu identidad secreta y te encuentras en más de una situación incómoda. Hay un pequeño lapso de tiempo entre que algunos empiezan a reconocerte y que llegas a encuentros insostenibles que es es muy divertido; pero inevitablemente efímero.
Estos días ha cerrado su blog a quien no tenga invitación un amigo que empezó anónimo, comenzó a tontear con su identidad real y la acabó cagando. Y yo aquí estoy en esa especie de limbo intermedio en el que sólo le escondo mi identidad a google y a quien no me conoce de antes. Ahora, que como no le digo a nadie que estoy aquí ... es como cuando de joven escribías esos ripios horrorosos, que iban al cajón para no motivar más que al moho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario