viernes, 22 de febrero de 2008

La iglesia Jedi


La noticia es que ya van 400.000 "afiliados" oficialmente a la Iglesia de la Fuerza Jedi.

La sorpresa es que tal cosa exista y que pueda haber tanta gente que lo siga; parece que en Australia es la cuarta religión y que tiene reconocimiento oficial (a efectos de impuestos y subvención pública). Hay mucho friki... pero ¿eso es todo?
Mi primera reacción ha sido indignarme por la perseverancia de los sentimientos trascendentes en la humanidad, en contra de la Razón y todo su desarrollo. Esa tendencia de hacer de cualquier cosa una "religión" es repugnante.
Pasado el calentón aniclerical, pienso que es estupendo que las sensaciones de trascendencia, de "armonía con el cosmos", de comunión, de espirutualidad, ... encuentren un cauce de expresión y disfrute que no requiera prohibir el condón, guerras santas, jerarquias, liturgias varias y demás horrores habituales. Tampoco requieren actos de fe: es obvio que la idea parte de una película, y evidente que no existen esos maestros jedi con sotanas y hablar alterado en rincones de la galaxia. Quizá esta sea la forma más sana de dar salida a unos sentimientos que efectivamente están ahí, y de que no interfieran con una visión razonable de la vida... Al final me afilio yo...
Por supuesto a la sombra han surgido, y medrarán, prsonajes que se ganan la vida como ministros y obispos: oficiadores y oficializadores varios. Parece que siempre conforta que otro te hable de lo que quieres oir, con la excusa de La Fuerza, Dios, los Arcanos del Tarot, las líneas de la mano o la posición de las estrellas. Cualquier excusa es válida para que otro hable mercenariamente de uno. Pero ese es ya otro tema.

domingo, 17 de febrero de 2008

Sopanda

En el verano de 1982, hace ya más de 25 años, una padilla de jóvenes, casi todos compañeros de carrera, nos fuimos a plantar una tienda de campaña a "la Sopanda", un rincón a la entrada de Santo Domingo de Silos. Viajamos en tren a Salas de los Infantes, y nos hicimos el camino andando, cargando con la tienda. Allí jugábamos a las siete y media y nos apostábamos botellines de cerveza que bajábamos a liquidar a la que veíamos los partidos del mundial en la tele del bar de la plaza, frente al monasterio.

Intentábamos recordar esta mañana, y ni siquiera la lista de asistentes nos salía completa... Tempus fugit.

Guille del natural

Este fin de semana hemos estado con los amigos de excursión por tierras castellanas. Hemos pasado por Santo Domingo de Silos, y Guille ha hecho un dibujo en una servilleta de papel muy bueno para la edad que tiene.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Edificios que son mi infancia II

También recuerdo otras casas, otros edificios y lugares, pero sin duda no me han marcado de igual forma ni mucho menos. A los demás sitios se podía ir o no, se podían hacer obras, mudarse... Pero la casa de la Abuela Paca y Burjasot estaban ahí, sólidos, desde antes de que yo llegara y previsiblemente hasta mucho después de mi. Luego no ha resultado así, pero en su momento lo parecía.

Burjasot lo perdí de vista hace más de la mitad de mi vida, y aún recuerdo todas las habitaciones, las puestas, los cristales (de colores en la galería y en el comedor), los muebles, los cuadros... He tenido sueños situados allí muchísimas veces. Sueños alegres y pesadillas. Alguna noche me debieron poner a dormir de verdad en la habitación de María, un lugar que me daba miedo, y una noche que he recordado en sueños muchas veces. María, aquella criada interna que fue de la familia durante años y que un día desapareció y nunca más supe de ella (creo que acabó en el manicomio de Bétera, pero nunca supe la historia real).

La casa de la Abuela Paca se vendió este verano pasado. Creo que la han derruido ya, aunque no tengo ganas ni de preguntar, mucho menos de ir a verlo. Afortunadamente ahora no me pilla de paso hacia ningún lado. Esa era una casa espectacular, grande, curiosa, rural... escenario de novela de realismo mágico. La foto del Bisabuelo Atanasio que estaba en el gabinete es la imagen que yo tenía de Aureliano Buendía cuando leía 100 años de soledad.

Un poco de ese carácter mágico lo tiene también la mansión en la que estaba instalado el colegio en el que estudié entre los 10 y los 18 años. Con menos intensidad, pero también he soñado (en esta ocasión despierto) con tener esa casa para mi y vivir allí.

En fin, pequeñas nostalgias con las que hay que vivir. Cuando leía el señor de los anillos por primera vez me emocionaba eso de "Araorn hijo de Arathorn, Rey de Góndor", la sensación de ser el último eslabón de una estirpe, de una cadena de personajes singulares que te determinan el destino pero que te dan una solidez envidiable. Luego pensé que lo verdaderamente emocionante es ser Isildur, el primero de la serie, el que funda la dinastía.

La dinastía de triunfadores está biológicamente garantizada. Será menos épico y de un romanticismo dudoso cuando menos, pero pensar en la cadena de supervivientes (y procreadores) que media desde los primero mamíferos que coexistieron con los dinosaurios y uno da vértigo.

El Isildur de Burjasot fue Don Leopoldo, en el otro emplazamiento el bisabuelo Atanasio. Su legado genético, y su papel de referente es poderoso en ambos casos. Sin embargo no quedan restos tangibles que se puedan configurar como capital de las dinastías.

Supongo que la verdadera capitalidad es espiritual, pero un poco de nostalgia de los ladrillos no es evitable.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Edificios que son mi infancia





















Los dos lugares de etas fotos ya no existen. Su recuerdo constituye lo más íntimo de mi infancia. Dicen que la auténtica patria de uno es su infancia. Mi patria pues está en esos dos lugares, y por tanto no existe ya.

Un pueblo de Valencia, la casa de mis abuelos maternos. Un pueblo de Cuenca, de mi bisabuela paterna. Es lo que había antes de que yo llegara, el suelo en el que crecieron mis primeras raíces.